Dice el Señor Arturo Pérez Reverte que “las RR.SS. están llenas de gente con ideología, pero sin biblioteca”.
No podemos estar más de acuerdo, añadiríamos que estamos en una “sociedad scattergories”, recordando aquel juego de mesa que se hizo muy popular a finales de los 90’, en el que alguien decía una letra y luego otra persona escogía una categoría.
En el anuncio publicitario del juego, uno de los jugadores elegía “pulpo como animal de compañía” bajo la amenaza de que si no se lo aceptaban el resto de jugadores, se llevaba el juego y se acabó.
La publicidad del juego era brutal, y es que a nuestro modo de ver, estamos en una sociedad en la que si la banda de música no toca nuestra partitura nos negamos a bailar.
En una aptitud neo victoriana en la que disfrutamos de nuestros vicios en privado y solo compartimos nuestras opiniones sinceras, cuando estamos en entornos muy íntimos y dejamos para la vida pública nuestras supuestas virtudes.
La sociedad de lo “políticamente correcto”, en la que cada vez se renuncia más a nuestro auténtico criterio (en público), para conseguir al fin y al cabo una falsa aceptación de la supuesta mayoría social.
Luego pasa lo que pasa, somos muy modernos, pero si vemos a nuestra hija salir a la calle con una falda muy corta o a nuestro hijo con un aro en la nariz, pues se nos ven las contradicciones. Y es que vivimos en constante contradicción entre lo que nos gustaría ser y lo que realmente somos.
Como decían los auténticos victorianos de la época, “nobleza obliga”, el deber de un padre de familia es cuidar y educar a su progenie o el de un empresario ser ecuánime con todos los empleados y cuidar de sus clientes. En la empresa, a veces pasa, queremos que nos compren más caro que a nadie nuestro producto, pero si nos hacen pocos pedidos porque el precio es elevado y hay mucha oferta, pues tampoco nos vale.
O cuando le pedimos a nuestro jefe una reducción de jornada (que no de salario) aun sabiendo que la empresa no está en especial situación boyante, y como no nos lo conceden, ya hacemos comentarios de dudoso gusto de la empresa y del jefe.
En los equipos humanos de las empresas la actitud, el compromiso y la consecución de los objetivos diarios, están por encima de la antigüedad, ya que nadie nos garantiza que seamos parte de ese equipo para siempre. Eso solo ocurre con los funcionarios de la administración pública.
Y es que cada vez empatizamos menos o como se dice ahora en estas situaciones; “Resiliencia”, que es algo así como la capacidad de soportar y recuperarse rápidamente de las dificultades.
Queramos o no, en un sector como el nuestro (agri-business), debemos siempre estar en continua adaptación ante los imponderables, auto cuestionando nuestras creencias, y es que lo que ayer era correcto, hoy podría no serlo.
La resiliencia es recordar nuestro pasado y sobre todo los fracasos para establecer nuevos caminos sobre la base de estas experiencias, por supuesto que la resiliencia necesita de valentía y determinación (no confundir con temeridad), previsión, actitud creativa, pasión y confianza en nosotros mismos ante los cambios.
En definitiva, es una respuesta a la incertidumbre y la “sociedad scattergories”.
La adversidad junto a la incertidumbre es algo ante lo que el sector agro almeriense conoce muy bien: plagas, clima, huelgas, competencia desleal, reglamentaciones absurdas,… y siempre ha tenido gran capacidad para superar la adversidad y sobreponerse a ellas. Podríamos escribir una enciclopedia al respecto, desde la uva de Ohanes hasta nuestros días.
Tenemos que estar en continua transformación, actualizar nuestro modelo productivo y de relacionarnos con nuestros clientes, enfocarnos en cuerpo y alma en producir con los máximos estándares de calidad, seguridad alimentaria y sostenibilidad.
Por eso es vital alejarnos del modelo scattergories y tomar nuevos caminos y nuevos retos, pero sin olvidar nunca los viejos y nuestros orígenes.
Hablar de resiliencia es también hablar de calidad, inversiones en formación, mano de obra, recursos financieros, sostenibilidad, etc.
En LQA thinking organic somos agricultores de calabacín y pepinos ecológicos, pero eso no significa ni debe ser impedimento de que no podamos ser más profesionales, productivos a la hora de cultivar y de satisfacer las demandas de nuestros clientes.
Si al final transmitimos buenos “valores” acompañados de calidad y servicio, el legado para las personas o empresas que reciben nuestras hortalizas, “o las tuyas” será de una fidelidad incondicional hacia nuestros productos.
Para nosotros esta es la auténtica “escuela de la vida”, tan alejada y desconectada de chamanes y gurús mediáticos, con sus currículos remasterizados en escuelas de negocios de difícil pronunciación y que hablan o escriben continuamente, mal de los jefes (eso siempre tiene adeptos) o del empresario, pero nunca han tenido una empresa, al menos durante largo periodo de tiempo.
Debemos de evitar los adeptos a la cultura scattergories, aquellos a los que si no aceptamos “barco como animal acuático” ya no continuamos con el juego, en este caso con el juego de la vida, si nos permiten la expresión:
Solo de este modo podremos superar los entornos B.A.N.I. que nos afectan en estos momentos.
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