Vaya por adelantado que los productos etiquetados como orgánicos (anglosajón), biológicos (francófono) y ecológicos es lo mismo y es un sistema de producción que une las prácticas medioambientales en colaboración y respeto en la medida que indica la norma con los recursos naturales y el medio ambiente.
Un producto ecológico es todo aquel que se ha cultivado sin pesticidas químicos ni fertilizantes sintéticos, es decir, se excluyen el uso de productos de síntesis químicos.
Ecológico, biológico y orgánico (insisto) significa lo mismo, son solo diferencias idiomáticas.
Certificación y Normativa en la Unión Europea
Todos los productos ecológicos producidos en la Unión Europea llevan un sello distintivo que garantiza su procedencia de cultivo ecológico; el famoso distintivo de una hoja con su envés, formado por pequeñas estrellas sobre fondo verde.
Las administraciones competentes en el tema y los organismos de certificación visitan, como mínimo, una vez al año las fincas ecológicas al objeto de verificar que las prácticas de estas cumplen con la normativa de la U.E. Si se cumple con el reglamento pero no vienen a auditarlo y certificarlo, no se puede vender ese producto y etiquetarlo como ecológico, aunque a efectos prácticos sí lo sea.
Beneficios de los Productos Ecológicos
Estudios publicados como el British Journal of Nutrition demuestran que las hortalizas ecológicas contienen un 60% más de antioxidantes al mismo tiempo que tiene un 87% menos de nitritos y un 50% menos de cadmio, aparte de la reducción de residuos, el respeto al medio ambiente y los recursos hídricos, aunque hay voces reputadas que no están de acuerdo con que sean alimentos de mayor poder nutritivo. Lo que sí está fuera de toda duda es que las prácticas agrícolas que se desarrollan en el cultivo ecológico optimizan y son más respetuosas con el medio ambiente que otro tipo de agricultura, como es la convencional, que prioriza la obtención de más kilos de cosecha frente a cuestiones ambientales y sí permite el uso de productos de síntesis química.
El Reglamento Delegado (UE) 2018/848 legisla todo lo que respecta a la producción y comercialización, junto con el etiquetado de productos ecológicos y gracias a este reglamento se deroga el (CE) nº 834/2007.
Que duda cabe que sería más que necesario una armonización (desde mi punto de vista) sobre el concepto de agricultura ecológica y de los llamados “productos biológicos” y dejar muy a las claras las limitaciones que esto implica, ya que como he dicho anteriormente las distintas terminologías están relacionadas con su origen y desarrollo.
Evolución de la Agricultura Ecológica
El término ecología lo inventa, allá por 1869, el naturalista alemán Ernst Haeckel, y con la palabra griega “Oikos”, que quiere decir casa, y “logos”, que significa tratado o estudio, forma la palabra que literalmente significa “estudio de tu casa”, es decir, que la ecología es el estudio de tu casa, del medio donde vives y te desarrollas, en definitiva, tu planeta, el de todos. No confundir el ecologismo en términos de filosofía y modo de cultivar a nivel agrícola con un movimiento socio-político, que también lo es.
Pero no es hasta principios del siglo XX, cuando nace la agricultura ecológica como resultado de la obtención y redacción del cultivo con métodos alternativos en el norte y centro de Europa.
Las 3 corrientes más significativas fueron:
- Agricultura biodinámica en Alemania.
- Agricultura Orgánica nacida en Reino Unido.
- Agricultura Ecológica surgida en Suiza.
Lo que tienen en común estas 3 corrientes es la prioridad y esencialidad entre la agricultura y la naturaleza, rechazando el concepto más intensivo al objeto de incrementar los rendimientos, mediante la sobre explotación y uso de productos de síntesis química, ya que después de la Segunda Guerra Mundial el principal objetivo de la agricultura europea y occidental era sobe todo poder satisfacer la demanda de alimentos a unos precios razonables, especialmente en una Europa en reconstrucción y con elevadas tasas de crecimiento al calor del llamado Plan Marshall.
Por lo que en esos momentos la agricultura europea solo se basaba en el incremento de la producción de alimentos sin importar los aspectos medio ambientales y no fue hasta la décadas de los sesenta y principios de los setenta del pasado siglo, cuando surge el sentimiento de protección y pertenecía a la naturaleza y el medio ambiente. Tuvimos que esperar no obstante hasta la década de los 80´ cuando se produce un auténtico auge por parte de la ciudadanía hacia la agricultura ecológica, sobre todo en los Países mas industrializados como Japón, EE.UU., Alemania… Junto a este sentimiento de sostenibilidad y pertenencia a la “madre tierra”, los Países comienzan a reconocer y priorizar el concepto de agricultura ecológica y crean una legislación especifica al respecto y al objeto de desarrollar las bases para distanciarse de la agricultura convencional; una agricultura más intensiva, donde sí se permiten productos de síntesis y donde quizás se priorizan más aspectos referentes a la optimización de la producción que a los referentes a la sostenibilidad como dijimos anteriormente.
A partir de aquí se crean 2 escuelas; Los maltusianos (doomers) en referencia a Thomas Malthus que consideran que los recursos son finitos y en consecuencia el crecimiento no puede ser indefinido. Y por otro lado los cornucopianos (boomers), que consideran que el crecimiento es ilimitado porque la ciencia y la tecnología siempre encontrarán la solución al problema y por tanto el modo de optimizar los recursos gracias a la evolución tecnológica. Y usted que se considera más ¿un doomers o un booemers?
En 1998 IFOAM (International Federation of Organic Movements) crea los pliegos que definen y concreta los métodos de producción y transformación de productos ecológicos.
Un poco más tardes la Comisión Codex Alimentarius adopta directrices para la producción ecológica, etiquetado, comercialización y venta de alimentos ecológicos que establecen y reglamentan la producción, almacenamiento, etiquetado, el transporte y venta de estos productos.
Por otro lado la norma de la U.E. referente a la producción ecológica, no permite la venta de productos ecológicos cultivados en sistemas de hidroponía (pese a la presión en su día de ciertos lobbies Neerlandeses) aunque no se le hayan aplicado productos de síntesis.
“La producción ecológica solo es posible cuando la planta se cultiva de forma natural en la tierra”.
Y es que la tierra es vital en la agricultura ecológica, no solo da soporte físico a las raíces de las plantas, sino que sirve de almacenamiento de agua, materia orgánica, microorganismos fundamentales para el crecimiento de nuestros cultivos. Sin un suelo bien cuidado y rico en nutrientes naturales la agricultura ecológica no puede desarrollarse.
Desafíos y Perspectivas Futuras
Otra cuestión preocupante es la invasión de productos llamados «ecológicos» de países no pertenecientes a la Unión Europea. En 2020, llegaron a fronteras europeas (especialmente por el puerto de Rotterdam) cerca de 3 millones de productos ecológicos, que van desde el 40% del aceite de oliva etiquetado como bío, hasta el 45% de los limones o más del 51% de las naranjas. ¿Son realmente bío estos productos?
Normativa y Certificación en España
En España cada comunidad autónoma tiene su propio comité o consejo regulador que es quien concede y verifica el cumplimiento de la Norma en los productos certificados para su venta como “ecológicos”. El distintivo que se les pone en el etiquetado es similar en cada autonomía, pero no es exactamente el mismo; digamos que son “sinónimos”, creo firmemente que al objeto de no confundir al consumidor, la certificación ecológica debería ser de ámbito nacional o bien que el logo que se le pone al etiquetado, fuera exactamente igual en todo el territorio nacional y no similar como ocurre en estos momentos. Además debería poner la palabra “España” indistintamente de si se ha cultivado en Canarias o Aragón por ejemplo. En cualquier caso también debe de llevar el distintivo europeo que es una hoja hecha con estrellas sobre fondo verde como hemos dicho anteriormente.
Esto no es baladí, ya que el sello es lo que otorga el cumplimiento con la regulación europea en su origen, y es lo que evidencia de cara a los consumidores una agricultura más sostenible y saludable para el medio ambiente, el agricultor o ganadero y el consumidor. Y es que, lo que realmente subyace en el fondo de la cuestión es que si un producto ecológico cultivado fuera de la legislación europea y cultivado fuera de Europa (pongamos aguacate de México) ¿es igual de ecológico que el de la Unión Europea?
La norma habla de cómo cultivar, pero obvia el origen, aquí se abre otro debate sobre temas como la huella de carbono.
En cualquier caso, la intención no es confundir, sino aclarar aspectos «qué es y qué no es ecológico» más allá de cuestiones éticas o semi verdades que inducen al greenwashing.
Lo evidente es que la ecología necesita de la ciencia y esta dará respuestas a las necesidades de la humanidad, abogando por minimizar el impacto medio ambiental, dado que toda actividad humana tiene un coste ambiental y es por esa misma razón por la que debemos de rechazar el ecologismo como ideología política, ya que será solo la ciencia y el conocimiento, quien dará respuesta a los nuevos retos medio ambientales, al contrario que la ideología que solo buscará adeptos para causas políticas.
Espero haber alumbrado un poco con esta publicación lo que es ecológico y lo que no lo es, al menos por el momento. Así que les animo a que consuman productos ecológicos, producidos en Europa, productos saludables , con las máximas garantías sanitarias, además de haberse cultivado de modo sostenible con el medio ambiente, respetando la fauna y los recursos hídricos.
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