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¿Por Qué Soy Agricultor?

By Jose Manuel Escobar Gerente LQA Thinking Organic.

Lo que uno decide «ser» considero que está íntimamente relacionado con el concepto que tenemos cada uno del «éxito». En mi caso particular lo importante del éxito está más en el «cómo se obtiene» que en el «qué se obtiene».

El «cómo» debe ser algo que te apasione, que te complete como persona y profesional, solo así, los malos momentos serán superados.

El «cómo» se gana con transparencia, honestidad, profesionalidad y compromiso con tu entorno laboral (compañeros y especialmente los clientes; el auténtico Jefe). En definitiva, la ética como base del desarrollo personal.

 

¿Se puede crecer rápido?

Por supuesto que sí, pero en mi caso siempre ha primado el trabajo de «Calidad» a la velocidad. En cierto modo para mí la vida laboral es como el cuento de la «liebre y la tortuga», en el sentido que la constancia, las ganas de auto superación, el anti auto conformismo junto con el trabajo hecho de forma superlativa,  siempre serán virtudes superiores al talento, la experiencia o la velocidad a la que consigues los objetivos.

He de reconocer que en mi caso a pesar de ser hijo y nieto de agricultores, ha sido con el tiempo y las circunstancias de la vida cuando he aprendido amar la tierra. De joven tuve una educación espartana y mi progenitor siempre pensó que «la tierra con sangre entra».

Mi rechazo patológico al campo hizo que eligiera y me formara en disciplinas relacionadas con la seguridad alimentaria, implantación de sistemas de calidad y Buenas Prácticas Agrícolas, y así es como entré en el Campo de las Auditorias de la mano de mi gran amigo Nazario Muñoz.

Años más tarde y por una serie de avatares me acerqué a la producción en campo y de forma paulatina le fui cogiendo ese cariño y admiración a los cultivos y a mis orígenes.

Una vez que elegí la tierra «cual hijo pródigo», tuve claro desde el primer día que quería trabajar en el terruño pero al mismo tiempo hacer algo diferente, un producto sostenible, de calidad con todas sus cualidades organolépticas y una gran vida útil, donde el consumidor pueda tener el producto en su cocina y con todas sus cualidades un largo tiempo.

 

¿Por qué cultivar calabacín ecológico?

Elegí el cultivo del calabacín orgánico porque es rápido en producir y es bello; sus flores de color amarillo intenso y forma acampanada con pétalos muy pronunciados… es un cultivo apasionante.

Antes del virus New Delhi se consideraba un cultivo de agricultores con poco nivel adquisitivo; se cultivaba en invernaderos viejos y mal hermetizados. A partir del virus New Delhi eso ha cambiado y el calabacín hoy en día se cultiva en invernaderos nuevos y modernos donde se trabaja con técnicas de climatización en muchos casos automatizadas.

Una vez llegado a este punto, está el crear una finca bella y productiva, no solo con biodiversidad vegetal, si no crear espacios de recreo y disciplinas como el arte, la cocina, el turismo medioambiental, etc, era el siguiente nivel.

En la agricultura cabe cualquier expresión artística, nuestra finca es una gran pinacoteca de arte reivindicativo y como forma de expresión como hace 32.000 años, cuando nuestros antepasados pintaban en las cavernas el llamado arte rupestre. Más tarde el hombre desarrolla la agricultura en la antigua Mesopotamia.

Por lo que una finca agrícola debe ser más que un mero centro de producción de comida y que pueden ser zonas donde convergen disciplinas tan distintas y variadas como las mencionadas. Esto debemos aprovecharlo como exposición y presentación de nuestra agricultura como un modelo de vida natural, sana y sostenible.

Un buen agricultor es un «creador de alimentos» y el sentido de alimentar es el de «acercar», porque cuando nuestro tomate o calabacín lo consume un alemán o un británico, estamos creando puentes, en definitiva, estamos acercando culturas, con el acercamiento siempre llega el entendimiento y esta es la base del desarrollo.

Ahora con la entrada de la primavera el «Comercial Invierno» se retira a sus cuarteles y es el momento de enamorar con atributos y emociones que aporten «valor» más allá del concepto «precio».

El «valor» del compromiso, la calidad y el servicio.

Seamos los «Manolo Brahnik» de las hortalizas y al igual que unos «Manolos» son sinónimo de elegancia atemporal, trabajemos para que nuestras fincas y hortalizas sean sinónimo de «valor de marca». Vinculemos y desarrollemos puentes de fidelización y conocimiento con nuestros clientes, a través de la calidad y la sostenibilidad, la salud, el sabor. Y que además nuestras fincas sean bellas y susceptibles de visitar como centro lúdicos, de esparcimiento, de atractivo turístico, de aprendizaje medioambiental y modelo sostenible a la vez que artístico. Todo eso puede y debe converger en nuestros centros de producción.

¿Que por qué soy agricultor? ¡Para hacer feliz a la gente!

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