En este nuevo año que comienza, la palabra que seguirá ocupando un lugar destacado en nuestro sector es ‘parvispinus’, también conocido como thrips parvispinus, trips del tabaco o trips de las flores. Todo apunta a que este intruso tan desafiante llegó a Europa desde el sudeste asiático, probablemente a través del comercio de flores ornamentales, con los Países Bajos como uno de los principales puntos de entrada. Aunque, por supuesto, no vamos a señalar a nadie directamente; que conste que apreciamos mucho a nuestros amigos neerlandeses.
Un enemigo adaptado a nuestras condiciones
Este diminuto tisanóptero se ha convertido en la china en el zapato de los productores de pimiento en la provincia de Almería y, en general, de todo el arco mediterráneo. A pesar de las innumerables sueltas de fauna auxiliar, principalmente de swirskiis y orius, que se están llevando a cabo en el poniente almeriense, la realidad es que, a día de hoy, sigue campando a sus anchas gracias a las peculiares condiciones de temperatura y humedad que predominan en nuestros invernaderos.
Como consecuencia del impacto del parvispinus en el cultivo de pimiento, se están adelantando los arranques de este cultivo, que serán sustituidos por trasplantes de sandía, calabacín y pepino.
Y es que, cual ‘efecto mariposa’, es probable que la próxima campaña haya considerablemente menos superficie destinada al pimiento, en favor de un aumento en las áreas dedicadas al pepino (aunque también es atacado por este insecto), calabacín y berenjena. Este cambio podría generar un desequilibrio en la oferta, que se reflejará en las cotizaciones de estas tres hortalizas. De hecho, en lo que llevamos de campaña agrícola, ya se ha aplicado la ‘extensión de norma’ en pepino y berenjena.
Adaptación, mercado y responsabilidad compartida
Parece evidente que, si el frío con mayúsculas no llega a Almería, las cotizaciones de las hortalizas tenderán a bajar una vez finalizado el ‘efecto látigo’ (sobreabastecimiento) tras las fiestas navideñas.
En una sociedad en constante movimiento, donde el ‘hedonismo saludable’ es cada vez más evidente en el punto de venta, se hace urgente generar sinergias con los clientes y la distribución minorista en destino. Esto implica fomentar hábitos saludables, promover la buena alimentación, la cocina, el deporte, e incluso incentivar las visitas de consumidores a nuestras fincas. En resumen, se trata de crear puentes de conocimiento entre el consumidor y el productor en origen.
Desde Aristóteles hasta Santo Tomás de Aquino, con sus ensayos y escritos que dieron forma a la corriente filosófica del ‘Antropocentrismo’, en la que el hombre es la medida de todas las cosas y el centro del universo, hemos evolucionado hacia una era marcada por la Inteligencia Artificial y lo que denomino ‘ConsummatioCentrismo’ o ‘Dolorcentrismo’, donde el consumidor se convierte en el centro de la venta y el universo de la cadena de suministro.
En consecuencia, debemos comenzar a trabajar atendiendo a las distorsiones que este insecto está generando en las superficies de cultivo: el retroceso en la plantación de pimiento y el incremento en otras hortalizas.
Colaboración y responsabilidad en la cadena agrícola
Sabemos que la distribución minorista, por su naturaleza, suele estar representada por estructuras corporativas que, como un enorme proboscídeo, son lentas en la toma de decisiones, especialmente frente a las peculiaridades de las sociedades actuales, cada vez más digitalizadas y heterogéneas. Sin embargo, la realidad es que productores, exportadores y retailers estamos en el mismo barco. Los minoristas nos necesitan tanto como nosotros a ellos. Solo a través de la colaboración y la creación de una vía de comunicación honesta y comprometida con los clientes podremos avanzar en beneficio de todos.
Insisto, estas circunstancias, especialmente el impacto del parvispinus, distorsionarán el mercado. De hecho, ya lo están haciendo.
Todos los productores agrícolas sabemos que la agricultura es como la vida: ‘siempre pensamos que a los demás les va mejor que a nosotros’. Sin embargo, la realidad es que, al igual que en los vasos comunicantes, lo que perjudica a un vecino nos afecta a todos. Aunque a veces pensemos que sus problemas no tienen que ver con nosotros, debemos seguir trabajando en aspectos fundamentales como la limpieza del campo y la correcta gestión de los restos vegetales. No es aceptable que todavía haya agricultores (aunque sean una minoría) que arranquen su cultivo y lo mantengan en el invernadero tres semanas más para ahorrarse un contenedor en el transporte a la planta de restos vegetales.
Es tiempo de acción y colaboración
Por eso, las empresas exportadoras deben afrontar este desafío como una oportunidad para estrechar relaciones comerciales con sus clientes, actuando con vocación de servicio. Porque, como bien se dice, ‘el que no vive para servir, no sirve para vivir’. Nuestras acciones, ahora más que nunca, deben enfocarse en generar un impacto positivo tanto en los clientes como en los retailers, y, a su vez, en los consumidores finales.
Es el momento de actuar y no limitarse a copiar a los demás. Como señala Michael Porter, ‘el 75 % de las empresas no tienen estrategia; simplemente copian a sus competidores’. Este es el momento de comunicar de forma asertiva con el cliente, trabajar en soluciones y minimizar el impacto ante los imponderables que enfrenta el sector, para los cuales aún no tenemos una respuesta clara.
Y es que, como dijo Tony Soprano: ‘una mala decisión es mejor que una indecisión’.
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